El lobo estepario es uno de esos libros que se deben de leer varias veces. Yo realicé tres lecturas hasta el momento con intermedios de unos veinte años. El resultado han sido tres lecturas muy diferentes que se han ido haciendo más ricas y complejas. No sé si me faltará aún otra o no. El tiempo lo dirá.
Hermann Hesse > El lobo estepario
(...) Que el "hombre" no es algo creado ya, sino una exigencia del espíritu, una posibilidad lejana, tan deseada como temida, y que el camino que a él conduce sólo se va recorriendo a pequeños trocitos y bajo terribles tormentos y éxtasis, precisamente por aquellas raras individualidades a las que hoy se prepara el patíbulo y mañana el monumento; esta sospecha vive también en el lobo estepario. Pero lo que él dentro de sí llama "hombre", en contraposición a su "lobo", no es, en gran parte, otra cosa más que precisamente aquel "hombre" mediocre del convencionalismo burgués. El camino al verdadero hombre, el camino a los inmortales, no deja Harry de adivinarlo perfectamente y lo recorre también aquí y allá con timidez muy poco a poco, pagando esto con graves tormentos, con doloroso aislamiento. Pero afirmar y aspirar a aquella suprema exigencia, a aquella encarnación pura y buscada por el espíritu, caminar la única y estrecha senda a la inmortalidad, eso lo teme él en lo más profundo de su alma. Se da perfecta cuenta : ello conduce a tormentos aún mayores, a la proscripción , al renunciamiento de todo, quizá al cadalso; y aunque al final de este camino sonríe seductora la inmortalidad, no está dispuesto a padecer todos esos sufrimientos, a morir todas esas muertes. Aun teniendo más conciencia del fin de la encarnación que los burgueses, cierra, sin embargo, los ojos y no quiere saber que el apego desesperado al yo, el desesperado no querer morir, es el camino más seguro para la muerte eterna, en tanto que saber morir, rasgar el velo del arcano, ir buscando eternamente mutaciones al yo, conduce a la inmortalidad. Cuando adora a sus favoritos entre los inmortales, por ejemplo a Mozart, no lo mira nunca en último termino sino con ojos de burgués, y tiende a explicarse de modo doctoral la perfección de Mozart sólo por sus altas dotes de músico, en lugar de por la grandeza de su abnegación, paciencia en el sufrimiento e independencia frente a los ideales de la burguesía, por su resignación para con aquel extremo aislamiento, parecido al del huerto de Getsemaní, que en torno del que sufre y del que está en trance de reencarnación enrarece toda la atmósfera burguesa hasta convertirla en helado éter cósmico. (...)
(Seix Barral, en la colección Summa literaria)
Este cuadro -todavía en ejecución- podría llamarse sombra de veinte siglos o quizá Edipo en Colono o no tener ningún título ( es un fragmento). De momento le llamaremos lobo.
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