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miércoles, 23 de julio de 2014

Luis Cernuda > A un poeta muerto


A UN POETA MUERTO


(F.G.L.)
Así como en la roca nunca vemos La clara flor abrirse, 
Entre un pueblo hosco y duro 
No brilla hermosamente 
El fresco y alto ornato de la vida. 
Por esto te mataron, porque eras 
Verdor en nuestra tierra árida 
Y azul en nuestro oscuro aire.
Leve es la parte de la vida 

Que como dioses rescatan los poetas. 
El odio y destrucción perduran siempre 
Sordamente en la entraña 
Toda hiel sempiterna del español terrible, 
Que acecha lo cimero 
Con su piedra en la mano.
Triste sino nacer 

Con algún don ilustre 
Aquí, donde los hombres 
En su miseria sólo saben 
El insulto, la mofa, el recelo profundo 
Ante aquel que ilumina las palabras opacas 
Por el oculto fuego originario.
La sal de nuestro mundo eras, 

Vivo estabas como un rayo de sol, 
Y ya es tan sólo tu recuerdo 
Quien yerra y pasa, acariciando 
El muro de los cuerpos 
Con el dejo de las adormideras 
Que nuestros predecesores ingirieron 
A orillas del olvido.
Si tu ángel acude a la memoria, 

Sombras son estos hombres 
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra; 
La muerte se diría 
Más viva que la vida 
Porque tú estás con ella, 
Pasado el arco de tu vasto imperio, 
Poblándola de pájaros y hojas 
Con tu gracia y tu juventud incomparables.
Aquí la primavera luce ahora. 

Mira los radiantes mancebos 
Que vivo tanto amaste 
Efímeros pasar junto al fulgor del mar. 
Desnudos cuerpos bellos que se llevan 
Tras de sí los deseos 
Con su exquisita forma, y sólo encierran 
Amargo zumo, que no alberga su espíritu 
Un destello de amor ni de alto pensamiento.
Igual todo prosigue, 

Como entonces, tan mágico, 
Que parece imposible 
La sombra en que has caído. 
Mas un inmenso afán oculto advierte 
Que su ignoto aguijón tan sólo puede 
Aplacarse en nosotros con la muerte, 
Como el afán del agua, 
A quien no basta esculpirse en las olas, 
Sino perderse anónima 
En los limbos del mar.
Pero antes no sabías 

La realidad más honda de este mundo: 
El odio, el triste odio de los hombres, 
Que en ti señalar quiso 
Por el acero horrible su victoria, 
Con tu angustia postrera 
Bajo la luz tranquila de Granada, 
Distante entre cipreses y laureles, 
Y entre tus propias gentes 
Y por las mismas manos 
Que un día servilmente te halagaran.
Para el poeta la muerte es la victoria; 

Un viento demoníaco le impulsa por la vida, 
Y si una fuerza ciega 
Sin comprensión de amor 
Transforma por un crimen 
A ti, cantor, en héroe, 
Contempla en cambio, hermano, 
Cómo entre la tristeza y el desdén 
Un poder más magnánimo permite a tus amigos 
En un rincón pudrirse libremente.
Tenga tu sombra paz, 

Busque otros valles, 
Un río donde del viento 
Se lleve los sonidos entre juncos 
Y lirios y el encanto 
Tan viejo de las aguas elocuentes, 
En donde el eco como la gloria humana ruede, 
Como ella de remoto, 
Ajeno como ella y tan estéril.
Halle tu gran afán enajenado 

El puro amor de un dios adolescente 
Entre el verdor de las rosas eternas; 
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra, 
Tras de tanto dolor y dejamiento, 
Con su propia grandeza nos advierte 
De alguna mente creadora inmensa, 
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria 
Y luego le consuela a través de la muerte.

sábado, 12 de julio de 2014

Poesía Palestina



RACHID HUSAYN - Poeta palestino

Nació en 1936 en un pueblo cerca de Haifa Masmas. Trabajó en la enseñanza hasta que fue expulsado por el estado de Israel. Redactor jefe del periódico Al Fayyer hasta que fue prohibido por Israel.

Pasó varios años en las cárceles del estado de Israel.
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A una nube

Yo soy la tierra
soy la tierra, no me prives de lluvia
soy todo lo que queda de ella,
si plantas árboles en mi frente
o conviertes en un huerto mis versos
de cereales y rosas.

Para conocerme
dame la lluvia.
Yo soy, nube de mi vida, los montes de Galilea
mi pecho es Haifa
y Yaffa mi frente.

No digas.....imposible!
¿Es que no escuchas los pasos de mi niño,
que se acerca a los umbrales de tu alma?
¿Qué no ves las venas de mi frente
empeñadas en tocar tus labios?
Esperándote, mis poemas se tornaron polvo
se volvieron un campo
se tornaron trigo
y crecieron árboles
Soy todo lo que queda de nuestra tierra
Así que dame...
dame la lluvia.
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Del libro CON PALESTINA, editado en el año 2003 por la Asociación Solidaridad con el pueblo palestino de Palencia en colaboración con el Ayuntamiento de dicha ciudad.
El libro recoge poemas de doce poetas palestinos acompañados de ilustraciones de doce artistas.

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Fadwa Tuqan - poeta palestina.

La "gran dama" de las letras palestinas, está considerada una de las mejores poetas árabes contemporáneas. Hermana del también poeta Ibrahim Tuqan nació en Nablus en 1917.

Empezó a escribir en la forma tradicional, pero fue una de las pioneras en el uso del verso libre en la poesía árabe. Compartió su trabajo entre la exploración femenina del amor y la protesta social.
A partir de 1967 empezó a escribir poemas patrióticos. Su autobiografía "Un viaje montañoso", publicada en 1985, fue traducida al ingles en 1990.
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MI CIUDAD ESTÁ TRISTE
el día en que conocimos la muerte y
la traición
se hizo atrás la marea,
las ventanas del cielo se cerraron,
y la ciudad contuvo sus alientos.

El día del repliegue de las olas,
el día en que la pasión abominable se
destapó el rostro
se redujo a cenizas la esperanza
y se asfixió mi triste ciudad 
al tragarse la pena.

Sin ecos y sin rastros
los niños, las canciones, se perdieron.
Desnuda, con los pies ensangrentados,
la tristeza se arrastra por mi ciudad.
Un silencio plantado como monte,
oscuro como noche.
Un terrible silencio que transporta 
el peso de la muerte y la derrota.

¡Ay, mi triste ciudad enmudecida!
¿Pueden así quemarse los frutos y las 
mieses, en tiempo de cosecha?
¡Doloroso final del recorrido!

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SÓLO QUIERO ESTAR EN SU SENO

Sólo quiero estar en su seno
Sólo quiero morir en mi tierra,
Que me entierren en ella,
Fundirme y desvanecerme en su fertilidad
Para resucitar siendo hierba en mi tierra,
Resucitar siendo flor
Que deshoje un niño crecido
En mi país.
Sólo quiero estar en el seno de mi patria
Siendo tierra
Hierba
O flor.
... 
Me basta con morir encima de ella,
con enterrarme en ella,
bajo su tierra fértil disolverme, acabar
y brotar hecha hierba de su suelo
hecha flor, con la que juegue
la mano de algún niño nacido en mi país.
Me basta con seguir 
en el regazo de mi tierra.
Polvo,
azahar,
y hierba.
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Del libro CON PALESTINA, editado en el año 2003 por la Asociación Solidaridad con el pueblo palestino de Palencia en colaboración con el Ayuntamiento de dicha ciudad.
El libro recoge poemas de doce poetas palestinos acompañados de ilustraciones de doce artistas.

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Pasajeros entre palabras fugaces

(Mahmud Darwish (1914-2008)



Pasajeros entre palabras fugaces:

cargad con vuestros nombres y marchaos,
quitad vuestras horas de nuestro tiempo y marchaos,
tomad lo que queráis del azul de mar
y de la arena del recuerdo,
tomad todas las fotos que queráis para saber
lo que nunca sabréis:
cómo las piedras de nuestra tierra
construyen el techo del cielo.

Pasajeros entre palabras fugaces:
vosotros tenéis espadas, nosotros sangre,
vosotros tenéis acero y fuego, nosotros carne,
vosotros tenéis otro tanque, nosotros piedras,
vosotros tenéis gases lacrimógenos, nosotros lluvia,
pero el cielo y el aire
son los mismos para todos.
Tomad una porción de nuestra sangre y marchaos,
entrad a la fiesta, cenad, bailad...
luego marchaos
para que nosotros cuidemos las rosas de los mártires
y vivamos como queramos.

Pasajeros entre palabras fugaces:
como polvo amargo, pasad por donde queráis, pero
no paséis entre nosotros cual insectos voladores
porque hemos recogido la cosecha de nuestra tierra.
Tenemos trigo que sembramos y regamos con el rocío de nuestros cuerpos
y tenemos, aquí, lo que no os gusta:
piedras y pudor.
Llevad el pasado, si queréis, al mercado de antigüedades
y devolved el esqueleto a la abubilla
en un plato de porcelana.
Tenemos lo que no os gusta: el futuro
y lo que sembramos en nuestra tierra.

Pasajeros entre palabras fugaces:
amontonad vuestras fantasías en una fosa abandonada y marchaos,
devolded las manecillas del tiempo a la ley del becerro de oro
o al horario musical del revólver
porque aquí tenemos lo que no os gusta. Marchaos.
Y tenemos lo que no os pertenece:
una patria y un pueblo desangrándose,
un país útil para el olvido y para el recuerdo.

Pasajeros entre palabras fugaces:
es hora de que os marchéis.
Asentaos donde queráis, pero no entre nosotros.
Es hora de que os marchéis
a morir donde queráis, pero no entre nosotros
porque tenemos trabajo en nuestra tierra
y aquí tenemos el pasado,
la voz inicial de la vida,
y tenemos el presente y el futuro,
aquí tenemos esta vida y la otra.
Marchaos de nuestra tierra,
de nuestro suelo, de nuestro mar,
de nuestro trigo, de nuestra sal, de nuestras heridas, 
de todo... marchaos
de los recuerdos de la memoria,
Pasajeros entre palabras fugaces.

(Del muro de Silvia Cuevas-Morales)
...
Rafeef Ziadah. Poeta Palestina

Escribí este poema cuando estábamos haciendo 
una acción directa en mi Universidad. (…) 
Estaba sentada en el suelo, cuando ese mamarracho 
vino y me dio una patada en la tripa diciendo: 
“Merecerías que te violasen antes de tener hijos terroristas”. 
Entonces no dije nada, sino que escribí este poema
para ese señorito”:
¡Permíteme que hable en mi legua árabe
antes de que también ocupen mi lengua!
¡Permíteme que hable en mi legua materna
antes de que también colonicen su memoria!
Soy una mujer árabe de color,
y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo quería era
despertarse al alba y ver a mi abuela rezar de rodillas,
en una aldea escondida entra Yaffa y Haifa.
Mi madre nació bajo un olivo,
en una tierra que, como dicen, ya no es mía.
Pero yo atravesaré sus barreras, sus puestos de control,
sus malditos muros de apartheid, y retornaré a mi patria.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Tú has oído ayer gritar a mi hermana
al dar a luz en uno de sus puestos de control,
con soldados israelíes buscando entre sus piernas
a su próxima amenaza demográfica,
su hijita llamada Yanín
Tú has oído gritar a Amni Mona
tras los barrotes de su prisión mientras gaseaban su celda:
“Estamos volviendo a Palestina!”.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Pero tu me dices que este útero que hay en mi interior
sólo te traerá tu próximo terrorista,
usando barba y blandiendo una pistola, con turbante, y negro como la arena.
Tú me dices que mando a mis hijos a morir,
Pero son vuestros helicópteros y F-16 los que están en nuestro cielo.
¡Vamos a hablar sobre el asunto del terrorismo un segundo!
¿No fue la CIA la que mató a Allende y Lumumba
y quien primero adiestró a Osama?
No fueron mis abuelos quienes corrían como payasos,
con capas y capuchas blancas en la cabeza, linchando a los negros.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
“¿Quién es esa mujer morena gritando en la manifestación?”.
¡Perdón! ¿Es que yo no debería gritar?
He olvidado ser tu siempre orientalista sueño, genio en una botella,
bailarina del vientre, joven de harén, mujer árabe de voz suave
que dice: Sí, señor, no señor.
¡Gracias por los sándwiches de manteca de cacahuete
que deja caer sobre nosotros tu dueño de los F-16!
Sí, mis libertadores están aquí para matar a mis hijos,
y llamarles “daños colaterales”.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
¡Así que déjame decirte que este útero que hay en mi interior
sólo os traerá un próximo rebelde.
Tendrá una piedra en una mano y una bandera palestina en la otra.
Soy una mujer árabe de color.
¡Cuidado¡¡Cuidado con mi ira…!
(http://www.universalsubtitles.org/es/videos/W20kz7C8G9dU/en/231466/; trad. de C. Mª
Thomas).
...
...
Adriana Alba:

Bellísimo lo que has compartido.


Un inmenso abrazo y un regalo:



LLENÉ UNA COPA CON MIS PALABRAS



(De cualquier poeta a cualquier lector)





Llené una copa con mis palabras,



las destilé, las hice fermentar, las dejé envejecer



y las escancié generosamente



en las bocas de quienes las deseaban para expresarse.



Y dijeron amor y la mejor broma,



y el deseo se tornó en palabras



que salían de gargantas de oro, de gargantas de plata,



en las que tarareaban las palabras



y hacían albórbolas en las bodas de nuestras aldeas...



Llené una copa con mis palabras,



las destilé, las hice fermentar, las dejé envejecer



y las escancié generosamente



en las bocas de quienes las deseaban para expresarse.



Y dijeron odio y la broma más amarga,



y la puñalada se tornó palabra



que salía de gargantas de cobre, de gargantas de plomo.



En ellas se carcajeaban las palabras, ladraban,



y ladraban las prostitutas en los arrabales de la ciudad.



Este es nuestro vino: nuestras palabras destiladas



para que peregrinen por nuestras entrañas,



para que las sintamos bullir en nuestra sangre,



para que nos aterren las visiones.



Escanciamos las palabras con cicatería



a quienes nos aman y a quienes nos odian



y les sueltan, como el vino,



el corazón y la lengua.



Os mantenemos ocupados,



al menos durante una noche,



con nuestras entrañas, nuestra sangre y nuestras visiones.



Yabra Ibrahim Yabra (1926-1994)




Del poemario Tammuz fi l madina (Adonis en la ciudad). Beirut, 1959.

13 de julio de 2014, 3:24

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domingo, 6 de julio de 2014

Blas de Otero > A la inmensa mayoría



Blas de Otero >  Pido la paz y la palabra > A la inmensa mayoría


Aquí tenéis en canto y alma al hombre

aquel que amó, vivió, murió por dentro

y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adonde:
a donde el sol no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de Abril, cincuenta y uno.

...


Blas de Otero > Pido la paz y la palabra > En el principio



SI he perdido la vida, el tiempo, todo

lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

...

Blas de Otero > Pido la paz y la palabra > Me llamarán


Me llamarán, nos llamarán a todos.

Tú, y tú, y yo, nos tornaremos 

en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondrán a todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.

Bien lo sabéis. Vendrán 
por ti, por ti, por mí, por todos
Y también 
por ti.
(Aquí
no se salva ni dios. Lo asesinaron.)

Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquél que dice:

abel, abel, abel...o yo, tú, él.
...

Blas de Otero > Redoble de conciencia > Digo vivir



Porque vivir se ha puesto al rojo vivo
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiera de quedar de lo que escribo.

Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso; airada-
mente morir, citar desde el estribo.

Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.

Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra,

CÁTEDRA LETRAS HISPÁNICAS. Blas de Otero > Verso y prosa (edición del autor)